Reseña de la película – Die, My Love (2025)
Muere, mi amor, 2025.
Dirigida por Lynne Ramsay.
Protagonizada por Jennifer Lawrence, Edward Pattinson, Sissy Spacek, LaKeith Stanfield y Nick Nolte.
SINOPSIS: Grace, escritora y madre joven, se desliza lentamente hacia la locura. Encerrada en una vieja casa en Montana y sus alrededores, la vemos actuar de forma cada vez más agitada y errática, dejando a su compañero, Jackson, cada vez más preocupado e indefenso.
Han pasado 8 años desde que Lynne Ramsay entregó su obra maestra demoledora Nunca estuviste realmente aquí. Un ejercicio onírico sobre el trauma que desafió la convención y permaneció contigo mucho después de que pasaran los créditos. Si recuerdas esa sensación de vacío y desesperanza, espera a ver Muere, mi amor.
Somos testigos de un nuevo capítulo en la vida aparentemente idílica de Grace (Jennifer Lawrence) y Jackson (Robert Pattinson) mientras exploran con entusiasmo la casa de campo que les dejó un familiar tras su muerte. El hecho de que Jackson no tenga idea de cómo murió su tío y parezca apático al respecto puede descartarse como arrogancia juvenil, pero indica que no todo puede estar bien en este jardín del Edén.
Los dos están dominados por el deseo, seguido pronto por un montaje de sexo primitivo y abandono desenfrenado. Ambos se arrastrando a cuatro patas, animalescos, especialmente Grace, que gruñe y se retuerce como poseída. Esta pérdida de control queda subrayada con la llegada del “niño”, un infante que durante gran parte de la película permanece sin nombre, pero cuya presencia lo cambia todo.
Adaptada por Ramsay junto a las coguionistas Alice Birch y Enda Walsh a partir de la novela de 2012 de Ariana Harwicz, Muere, mi amor es un estudio de carácter brutal sobre la caída de una mujer en la locura posparto, no provocada por la maternidad, sino algo que yacía latente en este personaje roto. Puede que ella no sea de este mundo, lo cual es perfecto porque la actuación de Lawrence es de otro mundo.
Es un torbellino de estados de ánimo, contradicciones y diagnósticos contra el telón de fondo de la tranquilidad de Montana, que está bellamente filmada por el director de fotografía Seamus McGarvey, lo que solo acentúa lo fuera de lugar que está este receptáculo de frustración y deseo reprimido. A ratos es una visión incómoda, con su enfermedad mental manifestándose en estallidos de violencia extrema y autolesiones, pero igual de doloroso es su comportamiento en una fiesta infantil o una conversación dolorosamente real con una dependienta que empieza como un intercambio al estilo Curb Your Enthusiasm y evoluciona hacia algo mucho más cruel y deprimente.
Sin embargo, entre estas escenas de comportamiento humano explosivo y crudo, Lawrence dota a Grace de un sentido de desamparo y vulnerabilidad. Miradas distantes más allá del ahora, o momentos de autoconciencia, son desgarradores de contemplar. No es exagerado decir que en una carrera salpicada de actuaciones extraordinarias, Lawrence nunca ha estado mejor.
Como personaje y como intérprete, Pattinson tiene la poco envidiable tarea de existir en su formidable sombra. Jackson no es el compañero más simpático, con la guantera llena de condones y respuestas desdeñosas a las acciones de Grace, pero al final de la película está tan inexplicablemente destrozado como ella, lo que solo añade peso a la melancolía irreparable que flota sobre la historia.
Juntos comparten una química extraña, una energía que beneficia a la unión caótica al comienzo de su viaje, pero son aún mejores como fuerzas opuestas, particularmente cuando su deseo mutuo fluctúa y desaparece por completo.
En apoyo hay una sólida Sissy Spacek, que aporta una comprensión hastiada del mundo a los acontecimientos que se desarrollan ante sus ojos. Parece entender por lo que pasa Grace, pero es incapaz de remediarlo. Quizá algo aprendido al cuidar a su esposo plagado de demencia, interpretado por Nick Nolte.
No todo funciona. Hay un hilo al estilo de un anuncio de perfume que presenta a un LaKeith Stanfield mayormente sin diálogo como un espíritu afín motorizado, con quien Grace tiene una conexión carnal. Es desconcertante y aporta muy poco a la película, pero es indicativo de un filme que pide al público entregarse a él cuando se lanza a lo grande.
Muere, mi amor, de Lynne Ramsay, es muchas cosas: conmovedora, con estilo y frustrante como pocas. Pero también es una sola cosa: una interpretación singular de ferocidad salvaje, complejidad y, en última instancia, una tristeza aplastante por parte de una Jennifer Lawrence en lo mejor de su carrera.
Valoración de Flickering Myth – Film ★ ★ ★ ★ / Movie ★ ★ ★
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