Reseña de Goodbye June: el debut de Kate Winslet como directora es un fracaso bienintencionado.
Si lees el titular de esta reseña y te sorprende que sea la primera vez que oyes que no solo la actriz ganadora del Óscar Kate Winslet ha dirigido una película, sino que se está estrenando ahora y en dos semanas se podrá ver en todo el mundo en Netflix, probablemente no estés solo. Que una actriz con un pedigrí como el de Winslet dé su primer paso tras la cámara normalmente vendría acompañado de suficiente pompa y circunstancia como para lograr un gran estreno en un festival de cine, probablemente en Sundance o TIFF—o, si eres Scarlett Johansson, Harris Dickinson o Kristen Stewart a principios de este año, la posición más alta en Cannes. En el peor de los casos, si eres un actor de cierta notoriedad, al menos puedes contar con un estreno en Tribeca antes de que tu película tal vez tenga un estreno general dos años después.
Quizá era previsible, entonces, que el debut de Winslet con Goodbye June no intentara generar ningún runrún de premios mediante un estreno en uno de los numerosos festivales otoñales, y en su lugar fuera simplemente lanzado por Netflix de modo discreto como un título marginal, mientras su aluvión de aspirantes acumula nominaciones por doquier. Es un lanzamiento ignominioso para una cinta bastante olvidable, pero, en última instancia, el mayor pecado de Goodbye June es simplemente que no la recordarás ni una hora después de que terminen los créditos. Ambientada íntegramente dentro de las paredes de un hospital, en su mayor parte en la habitación de la matriarca familiar June (Helen Mirren), la película trata sobre sus cuatro hijos adultos (Winslet, Toni Collette, Andrea Riseborough, Johnny Flynn) y su marido malhumorado (Timothy Spall) aceptando que el cáncer de June ha reaparecido con rapidez, y los médicos dicen que probablemente ni siquiera llegará a las dos semanas hasta Navidad.
Hay ideas potentes en juego, incluido un entorno navideño que debería estar lleno de alegría pero que, en cambio, está cubierto por una paleta gris y sombría dentro de las paredes del hospital y por la cinematografía apagada de Alwin H. Küchler. Winslet explora cómo esta familia intenta afrontar la brutal realidad de que a veces ya no hay motivo para intentar más tratamientos: lo único que puedes hacer es procurar que el ser querido esté lo más cómodo posible con el poco tiempo que le queda. Hay una honesta amargura en eso con la que rara vez nos enfrentamos en un mundo donde las historias intentan darnos alguna salida, algún resquicio de esperanza. Pero Goodbye June no puede abordar este material con la misma dimensionalidad presente, por ejemplo, en la magnífica The Savages de Tamara Jenkins.
Escrito por Joe Anders (el hijo de Winslet con su exmarido Sam Mendes) cuando tenía solo 19 años, sería exagerado llamar a Goodbye June un proyecto de vanidad, pero está gravemente lastrado por un enfoque superficial hacia sus personajes y temas. Se inspiró para escribir el guion tras la muerte de la abuela de Anders, la madre de Winslet, pero nada de esa experiencia personal y profunda se traduce en una película; en su lugar, da la sensación de estar construida a partir de un molde de clichés y convenciones. Cada uno de los hermanos está retratado como arquetipos unidimensionales: Johnny Flynn es el hermano menor sensible que sufre ataques de pánico; Andrea Riseborough es la irascible que pierde la paciencia; Toni Collette es la oveja negra hippie de la que hace tiempo que nadie sabe nada; Kate Winslet es la que intenta mantenerlo todo unido, y la carga de esa responsabilidad la va agotando cada día más. Cualquiera podría haber escrito esta historia, y sabes exactamente hacia dónde conducen estas dinámicas, pues cada escena existe en un único registro que nos empuja hacia una conclusión inevitable.
A pesar del reparto repleto de nombres importantes, la revelación del conjunto es el poco conocido Fisayo Akinade como uno de los enfermeros del hospital. En la escena más conmovedora de la película, Akinade comparte un momento con el personaje de Flynn en el que el enfermero recuerda cómo su madre murió cuando él era joven y él no estuvo allí. Lo único que quisiera es haber podido preverlo para así pasar con ella esos últimos días. «Me encargo de que la gente tenga buenas despedidas», dice. Es un momento sentido con la clase de humanidad genuina que escasea en el resto de la película.
Goodbye June se estrena en salas selectas el 12 de diciembre antes de llegar a Netflix a partir del 24 de diciembre.
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