Reseña de la película – Ella McCay (2025)
Ella McCay, 2025.
Escrita y dirigida por James L. Brooks.
Protagonizada por Emma Mackey, Jamie Lee Curtis, Woody Harrelson, Spike Fearn, Ayo Edebiri, Albert Brooks, Rebecca Hall, Jack Lowden, Kumail Nanjiani, Sheetal Sheth, Erica McDermott, Anthony Gaita, Julie Kavner, Becky Ann Baker, Joel Brooks, Troy Garity, Michael Balzano III, Kellen Raffaelo, Pamela Figueiredo, Tierre Diaz y Joseph Brooks.
SINOPSIS:
Una joven idealista compagina su vida familiar y laboral en una comedia sobre las personas que amas y cómo sobrevivirlas.
Presentada como una historia real sobre una ficticia teniente de gobernador que se prepara para convertirse en gobernadora del “estado en el que nació” (una información omitida que solo hace que el aspecto político de esta historia —que eventualmente se convierte en una fantasía liberal que desafía la credulidad en quizá el peor momento del mundo para estrenar películas así— parezca más hueco y artificial), el regreso tras la cámara del guionista y director James L. Brooks con Ella McCay resulta inútil, a menudo frustrantemente y de manera insensible en cuanto al tono, pero no carece de cierto trabajo de caracterización entrañable. Si la película sirve para algo, es que muestra que Emma Mackey puede sostener un filme incluso rodeada de un tentador elenco de veteranos.
La eponima Ella McCay es, en efecto, una adicta al trabajo, una idealista y una política bienintencionada que resulta, además, provenir de una familia disfuncional. Visto a través de flashbacks ocasionales, es un entorno que la hizo sentirse marginada y anormal cuando era adolescente, pero que también alimentó aún más su empeño, aunque más en el sentido de una razón intensificada para largarse de esas personas. Su padre, Eddie (Woody Harrelson), se vio obligado a dimitir como médico por mantener relaciones sexuales con compañeras de trabajo, engañando a su esposa sin nombre (un papel completamente desaprovechado para Rebecca Hall). Tras la muerte de su madre, la familia se trasladó a una nueva zona, donde Ella vivió con su tía Helen (Jamie Lee Curtis). También fue por esa época cuando conoció a su amor de instituto y futuro esposo, Ryan (Jack Lowden), propietario de una pizzería.
Ahora, ya como adulta y política, Ella está a punto de subir la escalera hasta la gobernación, con Bill (Albert Brooks, siempre un placer verlo en cualquier cosa a estas alturas de su carrera) pasando a un puesto en el gabinete. Así, el momento parece perfecto para que Ella haga coincidir sus actos con sus palabras y luche por leyes que beneficien a las madres y más. Desgraciadamente para ella, esa inteligencia y ese ardor defensivo se perciben como una amenaza que podría volver a sus propios compañeros de partido en su contra. Aunque sea ficcionalizada, también es seguro decir que el guion explora ciertos paralelismos con el Partido Demócrata. Incluso su mentor, Bill, le opone cierta resistencia, dejando espacio para cuestionar el aspecto amistoso de su dinámica.
Podría haber habido algo en Ella McCay como película si se hubiera ceñido a las relaciones políticas enmarañadas y los obstáculos para aprobar legislación, pero esto tiene menos que ver con ella como personaje y más con la vorágine disfuncional de toda su familia que irrumpe de nuevo en su vida. Su padre reaparece con una nueva pareja psiquiatra, suplicando que es un hombre cambiado, pero que esta mujer solo mantendrá una relación romántica con él si hace las paces con sus hijos. Luego está el escándalo inminente de que Ella y su marido Ryan mantuvieron relaciones conyugales en el apartamento de la gobernación que técnicamente no les pertenece, lo que gradualmente deriva en la trama de que el compañero perfecto y solidario a lo largo de su vida resulta ser de repente un idiota que siempre fue la persona equivocada. Quien conduce a Ella en todo esto es el agente Nash (Kumail Nanjiani), lo que implica una subtrama extraña sobre que su compañero de trabajo es criticado por querer horas extra para hacer algo bonito con sus hijos el fin de semana.
En un momento, Ella se reconecta con su ahora agorafóbico hermano, Casey (Spike Fearn), lo que da lugar a una de esas secuencias de colocón accidental que ya están demasiado vistas. Más desconcertante aún es que esto, por alguna razón, conduce a una extensa parte en la que se sigue a Casey mientras intenta enmendarse con una novia (Ayo Edebiri) a la que no ha visto ni hablado en un año, avergonzado por haber estropeado la relación.
También, constantemente en nuestros oídos y ocasionalmente ante nuestros ojos a lo largo de la película, hay una narradora, la asistente de Ella (Julie Kavner), que no aporta mucho salvo quizá la interpretación más encantadora y expresiva del filme. Aun así, ella convierte la leyenda de Ella McCay en algo mucho más fascinante de lo que realmente es. En su mayor parte, esto es un revoltijo divagante de disfunción familiar reemergente que no resulta tan divertido como pretende ser, dado que temas como el acoso sexual se tratan con ligereza, mientras que una condición como la agorafobia se aborda de forma absurdamente seria.
Por no mencionar que resulta desconcertante que una película titulada Ella McCay se sienta cómoda dejando de lado quién es ella y una visión de su trabajo, en favor de un conflicto familiar al estilo sitcom que, aunque tiene las habituales excentricidades y el encanto que uno esperaría de una película de James L. Brooks, también se siente vacía y poco atractiva.
Calificación de Flickering Myth – Film: ★ ★ / Movie: ★ ★
Robert Kojder
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