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Witchboard (2025) - Reseña de la película
Witchboard, 2025.
Dirigida por Chuck Russell.
Protagonizada por Madison Iseman, Aaron Dominguez, Melanie Jarnson, Charlie Tahan, Antonia Desplat, Jamie Campbell Bower, David La Haye, Victoria Lenhardt, Jamal Azémar, Riley Russell, Kade Vu, Renee Herbert, Elisha Herbert, Chiara Fossati, Francesco Filice, Simon Anthony, Kent McQuaid, Shawn Baichoo, Laura Paolillo, Dakota Jamal Wellman, Noah Parker, Alex Gravenstein, Marc-André Boulanger y Kerrin Cochrane.
SINOPSIS:
Un tablero maldito despierta fuerzas oscuras, arrastrando a una joven pareja a un juego mortal de posesión y engaño.
Antes de que existieran las tablas Ouija hubo tableros de péndulo, y antes de tus Mike Flanagans y Zach Creggers estuvo Chuck Russell, quien aquí regresa satisfactoriamente al terror con la juguetona Witchboard (como es su estilo, por ejemplo en The Mask o Pesadilla en Elm Street 3: Dream Warriors). El primer pensamiento puede ser de duda pesimista (últimamente ha estado haciendo algunas películas de acción de bajo presupuesto espantosas con John Travolta), y que esto no será más que un slasher genérico, provocado por otro tipo de tablero con el que uno pensaría que la gente sabría no meterse. Es cierto que esta película es eso, pero con un giro que entreteje un pasado del siglo XVII que resulta relevante para el enfoque central contemporáneo, junto con un diabólico plan de venganza y secuencias de posesión más interesadas en divertirse con sus ideas que en apoyarse en traumas autoserios y en cansados sustos repentinos.
Siguiendo a un grupo de amigos jóvenes y cercanos a punto de abrir un restaurante juntos, Emily (Madison Iseman) encuentra el tablero titular en el bosque. No puede evitar llevárselo a casa, ya que es una bonita antigüedad. También exadicta recuperada, pero aún con una personalidad adictiva, Emily se siente rápidamente atraída a aprender cómo funciona por Brooke (Melanie Jarnson), la exnovia de su novio Christian (Aaron Dominguez), que siente una curiosidad sobrenatural. Cuando le ayuda a encontrar un anillo perdido que le regaló ese novio, su fascinación se apodera por completo, pero no sin consecuencias; encuentra un objeto, pierde la vida de un amigo. Cuanto más manipula Emily el tablero (con Christian, en especial, sugiriendo repetidamente que afloje), más altera su personalidad de maneras inesperadas que, de nuevo, se explotan más con fines de entretenimiento que otra cosa.
No solo conocemos los orígenes de este tablero gracias a un largo prólogo inicial que muestra la acusación de brujería y la quema en vida de la curandera Naga Soth (Antonia Desplat) rodeada por una turba enfurecida; la película (coescrita por Chuck Russell y Greg McKay, basada en un guion de Kevin Tenney) aprovecha un par de secuencias oníricas para ser creativa visualmente y, al mismo tiempo, situar a Emily en el pasado, conforme se desvela más sobre lo que condujo a ese acontecimiento. Mientras tanto, un adinerado y pretencioso aficionado a la brujería, Alexander Babtiste (Jamie Campbell Bower), descubre que sus secuaces estropearon el robo del tablero de péndulo de un museo cercano en Nueva Orleans (que es cómo terminó en el bosque en primer lugar), y no se detendrá ante nada para obtenerlo por razones rituales.
Con acierto, Witchboard tiene suficiente autoconciencia como para que a nadie le importen —ni deban importar— esos tontos y planos personajes (hay alivio cuando queda claro que los ex no derivan en peleas de pareja fuera de lugar). Se mantiene centrada en su alocada trama mientras deja el espacio justo para entender quiénes son y contar una historia real en medio del caos resultante. Eso quizá sea más de lo que esta película necesita, pero difícilmente la lastra.
Asimismo, los asesinatos vienen con un tono sádicamente divertido; en un momento el tablero maldice inesperadamente a alguien que lo merece por completo. Trastear con el tablero y el pasado también introduce a un gato en la ecuación, que se involucra en la acción. La segunda mitad de la película no solo se adentra más en la brujería, sino también en otro subgénero que merece ser aplaudido por su entretenimiento, su ambición moderada y su transición sin fisuras. Hay una pequeña decepción en que da la sensación de que se podría haber hecho más con la línea temporal del pasado, pero la ambición moderada en una película de terror de bajo presupuesto sigue siendo valiosa.
Con casi 2 horas, parte de esto podría haberse recortado, y la historia del flashback está menos desarrollada y es menos gratificante que el elemento contemporáneo (algo frustrante dado que dependen el uno del otro). Aun así, Witchboard tiene un firme control a la hora de mezclar humor con terror sobrenatural y acción para asegurarse de que rara vez sea aburrida, aunque tampoco llegue a dar miedo. El terror no es el objetivo; Chuck Russell busca maniáticamente someter a sus personajes a ritmos infernales e inspirados, oscilando entre tonos como un objeto en un tablero de péndulo.
Calificación de Flickering Myth – Film: ★ ★ ★ / Movie: ★ ★ ★
Robert Kojder
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