
Crítica de Caught Stealing: Darren Aronofsky combina una aventura alocada con su brutalidad habitual
Hank Thompson (Austin Butler) nació y se crió con el béisbol de los San Francisco Giants. Llamado así por uno de los Giants más significativos en la historia de las grandes ligas —cuando aún eran los New York Giants, un guiño ingenioso del escritor Charlie Huston, que adaptó su propia novela para la pantalla—, Hank en el instituto abrazó su legado con suficiente fanfarronería para hacerse profesional, una segura elección de primera ronda. Pero un accidente de coche que le destrozó la pierna puso fin de forma estridente y permanente a su carrera atlética.
Ahora, convertido en un borracho sensualmente desaliñado de unos veinte o treinta y tantos, no deja que la vida en Nueva York entorpezca su devoción diaria por el juego, aunque su vínculo con él aún lo despierta por la noche en repetidas y traumáticas ráfagas mentales del accidente. Sirviendo copas a un grupo de parroquianos absolutamente habituales en un bar de los Giants casi religioso del Lower East Side, Hank ha encontrado su hogar en la costa opuesta. A pesar de su fachada de chico malo ahumado, es un hombre simple que se ciñe a un puñado reducido de cosas: perros, bebidas, béisbol, llamar a su madre y a su novia Yvonne (Zoë Kravitz). No hace falta decir que su mundo se trastorna cuando entran en escena gatos, la sobriedad y problemas criminales de carácter homicida.
Una interpretación a menudo estimulante de un género gastado —con la ocasional concesión a un tópico cansado—, lo nuevo de Aronofsky se une a las más altas esferas del cine del hombre solitario con gato(s), al mismo nivel que The Long Goodbye, Inside Llewyn Davis y Children of Men. No se sitúa tan alto dentro de las mucho más concurridas cimas del cine criminal, pero esa es una barra importante de superar. Resulta que el gato y la sobriedad acaban siendo bendiciones disfrazadas. La enmarañada red de asesinos lunáticos, por otro lado...
Todo comienza cuando el vecino británico punk y traficante de drogas Russ (Matt Smith) pide a Hank que cuide a su gato mientras vuela a casa para ver a su padre moribundo. Hank accede a regañadientes, sin saber la violencia que está invitando sobre él y los que lo rodean. Lo que sigue es una montaña rusa ininterrumpida del submundo criminal, una comedia negra y un drama de tono ultranegro que brutaliza el cuerpo de Hank y, a la manera característica de Aronofsky, tortura su psique. Desde crueles mafiosos rusos hasta “monstruos” jasídicos asesinos, pasando por acorralar a detectives de la NYPD y con Bad Bunny encarnando a un tipo llamado “Colorado”, Hank recibe puñetazos, patadas, rodillazos, golpes con bates, es lanzado y golpeado por los distritos de Nueva York como una bola de pinball sin voz ni voto sobre lo que sucede después.
Aronofsky no deja que la naturaleza comercial de su primera película criminal, que mezcla el disparate de un atraco con las esquinas ásperas y oscuras del género para un efecto demoledor, distraiga su sello de provocar tanto a los sujetos como a los espectadores. Entre las muchas punzadas a las relaciones raciales y a los tópicos, alguien vomitando a bocajarro sobre la lente y una brutalidad que cruje huesos, Caught Stealing es tan difícil de tragar como la mayoría de las películas de Aronofsky. ¿Qué podría provocar una reacción más intensa sobre Manhattan que las Torres Gemelas, la primera imagen que Aronofsky ofrece de la bellamente reconstruida Nueva York de 1998?
Demostrando una inmensa destreza técnica y conocimiento de su ciudad natal, Aronofsky sitúa la grandiosa y sin fin tarea de tontos a lo largo de una riqueza de escenarios icónicos: una persecución automovilística singular por las angostas calles de Chinatown; una secuencia seminal con la Unisphere en Flushing Meadows Park; un ruidoso regreso al área de Brighton Beach de Requiem, donde nació. El veterano director de fotografía Matthew Libatique rueda este film nervioso con tanta energía e inspiración como cuando ambos hicieron sus primeros trabajos, juntos en Nueva York.
A la par de ser la película más comercial de Aronofsky, Caught Stealing es también el primer intento del provocador por capturar algún tipo de zeitgeist pop, en este caso con la estética Hey, Arnold!-meets-Nirvana que ha estallado de nuevo a mediados de los años 2020. Lo noventero es lo que más carga con el peso: la ropa grunge-slacker, los coches, los bares y la estética general de la época se exhiben de forma hermosa. La caracterización de Hank —el chico triste y recién modernizado, sin un duro, tan rudo y atractivo como desorientado y sin futuro— toca el zeitgeist de manera similar a Chris Evans en Materialists.
Un reparto de apoyo para la historia completa cada giro del atraco con una cara familiar (o una que no olvidarás pronto): Regina King, Vincent D’Onofrio, Liev Schreiber, Carol Kane, Griffin Dunne, Smith, Kravitz, Bunny, muchos más, algunas sorpresas divertidas que dejaré para que las descubran, y el relativamente nuevo Nikita Kukushkin, que logra destacar como el secundario absolutamente demente número uno. Ya sea un nuevo capítulo para Aronofsky o una inmersión tangencial en otro territorio, Caught Stealing demuestra que el autor no ha perdido su toque.
Caught Stealing ya se está exhibiendo en amplia distribución.
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Hank Thompson (Austin Butler) nació y se crió con el béisbol de los San Francisco Giants. Llamado en honor a uno de los Giants más significativos en la historia de las Grandes Ligas —cuando eran los New York Giants, un guiño ingenioso del escritor Charlie Huston, que adaptó su propia novela para la pantalla—, el Hank del instituto abrazó su legado con bastante fanfarronería