
Reseña de TIFF: Roofman considera que Derek Cianfrance logra navegar con éxito un delicado equilibrio tonal
El lugar de Derek Cianfrance en el panorama actual del cine estadounidense puede ser algo minúsculo, pero sigue siendo uno que vale la pena reconocer. Su pequeña filmografía de solo cuatro largometrajes y una miniserie de HBO muestra una notable coherencia tonal y estilística: una aspereza pos-Cassavetes subida hasta el punto de convertirse prácticamente en melodrama al estilo de Sirk, centrada en una fuerte preocupación por el trauma generacional y las familias rotas. Su último trabajo, la miniserie protagonizada por Mark Ruffalo y ganadora de un Emmy I Know This Much is True, se extendía a lo largo de seis horas, quizá acumulando desgracias hasta rozar la autoparodia de la pornografía de la miseria. Aun así, era profundamente conmovedora y auténtica, demostrando cómo el director acaba triunfando a pesar de sí mismo.
Esto nos lleva a su primer largometraje en nueve años, Roofman, que muestra cierta lucha entre Cianfrance y la estrella-productora Channing Tatum. Se percibe que el primero ve otra historia de lazos familiares condenados en la América trabajadora, mientras que el segundo probablemente busca un vehículo para estrella donde pueda ser quizá el personaje más entrañable en pantalla en décadas. Aunque esa tensión permanece a lo largo de la película, al final, afortunadamente, se alcanza una síntesis.
Roofman se basa en la increíble historia real de Jeffrey Manchester. Comienza con él robando un McDonald’s al informar cortésmente a los empleados del turno de la mañana que no quiere hacer daño a nadie. El delincuente de poca monta es un veterano de guerra que, ante la falta de perspectivas laborales, siempre ha tenido dificultades para mantener a su familia, pese a que siempre ha mostrado cierta astucia: el más listo de los necios que jamás conocerás, como se le describe a lo largo de la película. Finalmente detenido por sus robos en establecimientos de comida rápida, Manchester es encarcelado, donde, en una secuencia de realidad intensificada, logra escapar. Poco a poco se refugia en un Toys "R" Us de Carolina del Norte, desactivando el sistema de seguridad para poder tener una especie de hogar improvisado mientras evade la búsqueda policial.
Al dominar las cámaras de vigilancia, se enamora de la empleada de la tienda Leigh (Kirsten Dunst), una madre soltera con dos hijas que lucha por salir adelante. Una gerente sutilmente tiránica (Peter Dinklage) la somete y suele negar sus peticiones de horario. Manchester entabla un romance con ella tras salir de la tienda, convirtiéndose de inmediato en una figura paterna para sus dos adolescentes. La implicación más oscura parece ser que está olvidando a su otra familia en casa, para quienes robaba precisamente para mantener. Tal vez bajo su exterior encantador y “generoso” hay un alma muy perdida que niega lo que le ocurre.
Tatum rezuma carisma, y uno recuerda que en realidad es un actor mejor que la mayoría de las superestrellas ganadoras del Oscar. Pero hasta cierto punto se percibe un vehículo para la estrella inflado por el ego; Manchester es casi demasiado simpático. Sin embargo, justo cuando sospechas que los bordes han sido demasiado suavizados para lograr el estudio de personajes setentero que Roofman pretende, la película acierta en sus últimos veinte minutos, cargados de emoción y con un tinte más oscuro. En retrospectiva resulta más fácil admirar el difícil equilibrio tonal que Cianfrance busca a lo largo de la cinta, dando como resultado un melodrama accidentado pero, en última instancia, exitoso.
Roofman se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto 2025 y se estrena el 10 de octubre.
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