
Reseña del NYFF: The Currents es un retrato íntimo de una identidad fracturada
The Currents comienza con un acto curioso e impulsivo. Lina (Isabel Aimé González Sola) recibe un reconocimiento por su trabajo en Suiza cuando, de repente, se disocia por completo. No puede asimilar los aplausos ni la adulación. Lina abandona el acto y se dirige a un puente, dejándose caer al agua de abajo. El movimiento parece involuntario, sin contemplación en sus gestos. Casi parece como si la empujaran, pero no hay nadie alrededor cuando sucede. Y una vez fuera del agua, regresa a Argentina siendo otra mujer. Lina ya no puede tolerar el sonido ni la sensación del agua —apenas puede mirarla. Cuando su hija Sofía (Emma Fayo Duarte) se baña, Lina se niega a estar en el baño con ella, demasiado ansiosa para interactuar con una bañera llena de agua.
«Me bañé sola porque no viniste», le dice Sofía a su madre. Cuando su padre, Pedro (Esteban Bigliardi), llega a casa, vacía la bañera. Inmediatamente nota que algo anda mal, pero al principio no se atreve a hablar del tema. Mientras tanto, la fobia de Lina empieza a perturbar todos los aspectos de su vida. Por las mañanas, no soporta ducharse ni lavarse el pelo. El sonido, el aspecto y la sensación del agua la llenan de pavor. Al buscar ayuda en una mujer de su pasado, la distancia entre ella y su identidad como esposa y madre se amplía. Surge un yo más joven de esta fractura identitaria: la chica que fue antes del matrimonio. Descubrimos que antes de Pedro no era Lina, sino Cata: una joven con una crianza modesta y disfuncional. El amor, el dinero y la influencia en general de su marido la transformaron en una mujer elegante, autoritaria y acomodada. Pero ahora, cuando está con su hija, Lina fantasea con tirarse desde el balcón de su lujoso apartamento.
La guionista y directora Milagros Mumenthaler pinta un retrato íntimo de una mujer que intenta enfrentarse a su identidad fracturada, intentando no caer en las garras de la locura. Mumenthaler entiende que la maternidad requiere un elemento de representación que recuerda a la madre que su vida ya no le pertenece exclusivamente. Aunque el amor por su hija sigue presente en su interior, ella se retrae ante él, preocupada por inspeccionar la forma actual de su vida. En terapia, Lina expresa un temor al poder del agua y a la fuerza de una corriente que podría arrastrarla. Es como si ahora conociera la fragilidad de su existencia, y que la confianza que una vez la gobernó fue arrastrada cuando se tiró del puente. A pesar de la excentricidad de sus temores, las emociones que los sostienen resultan dolorosamente reconocibles para cualquier mujer que sienta que la inercia de su vida la ha dominado.
El director de fotografía Gabriel Sandru dota a The Currents del aspecto de una pintura en movimiento, fijándose en las texturas de la tela, la piel, el cabello y el agua. La banda sonora de la película tiene una grandiosidad que intensifica el melodrama psicológico detrás de todo lo que vemos. Sola es una revelación como Lina, una mujer que intenta guardarlo todo dentro pero traiciona su estoicismo con la expresividad de sus ojos. Aunque más sutil en sus intenciones, The Currents recuerda a películas como Tully y If I Had Legs I’d Kick You de este año: filmes que abordan la maternidad con la sentimentalidad despojada, examinando qué significa tener un hijo y perderse en el proceso.
¿Puede una madre sentirse completa mientras una parte de sí misma vive bajo su cuidado? ¿Y qué pasa con la mujer que fue antes de que las etiquetas de «esposa» y «madre» la invadieran? ¿Es cruel que una madre sea misteriosa para su hijo? Estas son preguntas que The Currents aborda temáticamente sin ofrecer nunca una respuesta clara. Es a través de esa ambigüedad que finalmente llegamos a nuestra propia verdad privada. Mumenthaler no quiere darnos las respuestas: solo quiere que nos adentremos en ello y encontremos nuestro propio camino hasta la orilla.
The Currents se proyectó en la 63ª edición del Festival de Cine de Nueva York.
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The Currents comienza con un acto curioso e impulsivo. Lina (Isabel Aimé González Sola) está siendo reconocida por su trabajo en Suiza cuando, de repente, se desasocia por completo. No puede asimilar los aplausos ni la adulación. Lina sale del evento y deambula hasta un puente, donde se deja caer al agua que hay debajo. El movimiento parece