
Crítica de la Berlinale: The Botanist ofrece paisajes bañados por el sol y curiosidades sobre la mayoría de edad
Pocas cosas aflojan tanto las garras del invierno como una película bañada por el sol. Si a la narración se le añaden días lánguidos y un amor juvenil, es posible que hasta se olvide el frío gélido del exterior. La nieve caía suavemente en los alrededores del Zoo Palast antes de la proyección a primera hora de la tarde de ayer de El botánico, la ópera prima de la escritora y directora Jing Yi, y la mejor muestra de melancolía estival que se puede pedir. La película está ambientada en las ondulantes colinas del valle de Xinjiang, donde Jing creció, pero no es autobiográfica: se centra en un joven kazajo, Arsin (Yesl Jahseleh), y su relación con una chica Han, Meiyu (Ren Zihan). The Botanist se estrenó este fin de semana en Generations, un buen lugar para debutar, aunque creo que la película de Jing, con sus vuelos surrealistas y sus composiciones resplandecientes, podría haberse mantenido en una de las categorías más altas del festival. Jing enmarca la onírica historia en el recuerdo de Bek, el tío de Arsin, a quien el niño busca durante toda la película, y a quien vemos como un anciano al principio y al final. Este elaborado punto de vista permite a Jing tomarse algunas libertades (como la de un caballo negro que recita poesía), sin dejar de mantener el pie en la realidad de Arsin. Este estado de ánimo se ve acentuado por el increíble paisaje circundante, que Jing ha rodado a menudo desde un terreno más bajo (me hizo gracia leer que el director de fotografía, Fannong Li, es licenciado en diseño paisajístico), enmarcando a sus actores en un escenario de sabana dorada con un cielo azul despejado como telón de fondo. La historia sigue principalmente a Arsin, un niño curioso cuyo interés por la botánica actúa tanto como un signo cultural de su herencia nómada kazaja como una lente a través de la cual ve el mundo. (En un momento dado, habla en voz en off sobre su deseo de convertirse en cardo para sobrevivir a un momento difícil, antes de decidir no hacerlo porque podría significar hacer daño a otra persona) Recogiendo muestras para su álbum de notas y flora, conoce a Meiyu y ambos se hacen amigos rápidamente. La chica trabaja en un pequeño bazar local, donde su hermano, un poco mayor que ella, se enfada un poco con su mezcla intercomunitaria. El hecho de que no hablen el mismo idioma es otro punto de partida, pero permite a Jing desarrollar su amistad a través del juego y la exploración, que pronto se convertirá en algo parecido al amor. Para ser su primer largometraje, El botánico cuenta con importantes credenciales detrás de las cámaras: ha sido producida por Shan Zoulong, que colaboró con Bi Gan en Kaili Blues y Long Day's Journey into Night; Gan también actuó como mentor en las primeras fases del guión de El botánico. Hay momentos en los que la imaginación de Jing amenaza con desbordar la película, pero la mayoría de las veces, el director mantiene los pies en la tierra y deja que el mundo se cuele en ella. Durante años, el cine chino ha estado vivo en esa particular fricción, pero The Botanist ofrece una perspectiva novedosa. The Botanist se estrenó en la Berlinale de 2025.
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