
Reseña de TIFF: Easy’s Waltz muestra a Nic Pizzolatto ofreciendo una extraña y chirriante imitación del Nuevo Hollywood
A mi amigo (y editor gerente de Film Stage) Nick Newman le gusta el término “dinero falso” para describir ciertas películas. Ya sea The Batman o la obra de Ben Affleck, es un descriptor acertado para varios títulos que fingen ser cine adulto auténtico mientras toman atajos respecto al ímpetu estilístico o los dilemas morales que definieron lo auténtico, por ejemplo, en los años setenta. Easy’s Waltz, el debut como director del creador de True Detective, Nic Pizzolatto, ciertamente merece esta etiqueta. Tomando la apariencia de un drama de personajes sombrío de la Nueva Hollywood que cabría esperar de Bob Rafelson o John Cassavetes hasta alcanzar resultados involuntariamente hilarantes, la película al menos presenta suficientes excentricidades como para resultar más entretenida que la mayoría de las bazofias de estudio con mayor presupuesto.
El titular Easy (Vince Vaughn) es un cantante de lounge de Las Vegas que, en sus cincuenta, parece estar en sus últimos estertores. A ello no ayuda su hermanito casi estafador, Sam (Simon Rex), a quien el crooner aún tiene que cuidar ya entrada la adultez. El kitsch empieza aquí. ¿No habría tenido más sentido elegir a Vaughn, por ejemplo, como un humorista de Las Vegas al estilo de Don Rickles? Francamente, todos los grandes números musicales del actor —de los que hay varios, siendo el más dramático “Vienna” de Ultravox— transmiten más la sensación de alguien dándolo todo en un karaoke que la de un cantante veterano. El “talento” de Easy, sin embargo, llama la atención de Mickey (Al Pacino), un antiguo artista aparentemente vinculado a la mafia que puede dar el impulso que él y su banda, The Grifters, necesitan desesperadamente. Mientras tanto, Sam liándose con la novia mucho más joven de Mickey (Kate Mara) acabará metiendo a todos en problemas.
Es revelador, al fin y al cabo, que Easy’s Waltz elija “Vienna”, un motivo de la reciente novela The Shards de Bret Easton Ellis, para su banda sonora. Pizzolatto parece compartir la misma amargura de viejo de la Generación X que su colega Ellis, y eso pesa sobre la película provocando a la vez momentos genuinamente sentidos y pasajes soporíferos. Es prácticamente imposible no desconectarse cuando un Al Pacino al estilo Joe Biden pronuncia una serie de soliloquios pretenciosamente profundos sobre el envejecimiento, pero la sensación de ser apartado en la mediana edad (Pizzolatto es, al fin y al cabo, el tipo que animó a bombardear con reseñas online la última temporada de True Detective) al menos anima un poco la película.
Dicho esto, sigue resultando extraño como texto de la Generación X que la torpeza narrativa y formal de la película sugiera algo dirigido por un hombre de 87 años. Uno se pregunta qué estaría pensando Pizzolatto cuando introdujo brevemente y sin desarrollar la trama de que Easy se hiciera viral (más de dos millones de reproducciones en YouTube, como se señala) por una versión de “Silent Running” de Mike and the Mechanics. ¿En qué mundo la versión de una canción mediocre por parte de un cantante de lounge mediocre captaría la atención de los extremadamente activos en Internet? Además, ¿qué pretende estilísticamente Pizzolatto cuando intercala a Simon Rex imprimiendo códigos QR con Vaughn en blanco y negro versionando “Little Drummer Boy”? Esos son los misterios de Easy’s Waltz: resolverlos quizá no sea gratificante, pero al menos despiertan curiosidad.
Easy’s Waltz se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto de 2025.
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