Reseña de la película – Frankenstein de Guillermo del Toro (2025)

      Frankenstein, 2025.

      Dirigida por Guillermo del Toro.

      Protagonizan Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth, Christoph Waltz, Felix Kammerer, Charles Dance, David Bradley y Lars Mikkelsen.

      SINOPSIS:

      Un científico brillante pero egocéntrico da vida a una criatura en un experimento monstruoso que finalmente conduce a la destrucción tanto del creador como de su trágica creación.

      El Frankenstein de Guillermo del Toro es una cosa de belleza monstruosa. Se siente como una película nacida de las páginas empolvadas de una primera edición de la novela clásica de Mary Shelley que ha estado encerrada y recién ha sido descubierta. Este ganador del Oscar, maestro en los corazones en la oscuridad, ha logrado la misma hazaña que con Pinocho y ha creado algo nuevo a partir de este cuento tan viejo como el tiempo.

      Dividida en tres partes; el Prólogo, la historia de Frankenstein y la historia de la Criatura, el guion de del Toro es relativamente sencillo. La primera mitad la narra Víctor interpretado por Oscar Isaac, mientras repasa su vida hasta el momento en que es rescatado medio muerto en medio de la tundra ártica por el capitán del barco interpretado por Lars Mikkelsen. Lo seguimos desde un niño inteligente y ensimismado, dependiente de su madre, hasta el justificado arrogante cirujano de Londres, empeñado en curar la muerte, algo que él considera la ineptitud de Dios.

      Es durante una de sus pomposas comparecencias, en la que reanima un cadáver hasta el punto de que éste atrapa una manzana —un momento horriblemente triste— cuando su camino se cruza con el misterioso benefactor de Christoph Waltz, Herr Harlander, quien le ofrece los medios para cumplir sus deseos más oscuros cuando los grandes y respetables del mundo médico tildan su trabajo de blasfemia.

      Caminar por ese sendero oscuro trae consigo a la sobrina de Harlander, Elizabeth (Mia Goth), que está comprometida con el hermano de Frankenstein, William (Felix Kammerer), y en última instancia conduce a la creación de la icónica criatura.

      En un punto decisivo del drama oscuro, la película cambia a la historia del monstruo, y es ahí donde la fábula de del Toro realmente cobra vida. Entrevistada en el prólogo como una especie de Franken-Hulk, lanzando marineros como un villano del MCU, la criatura de del Toro es en realidad más semejante al hombre anfibio de La forma del agua. Puede imponerse sobre su creador, pero en primer plano es un gigante de delicadeza remendada, todo maravillosamente encarnado por Jacob Elordi.

      Ofreciendo el tipo de interpretación física de la que el habitual de del Toro, Doug Jones (Hellboy), estaría orgulloso, Elordi es el corazón oscuro y el alma perdida de Frankenstein. Como una marioneta despojada de cuerdas, pero no de cadenas, da vida a la criatura como a un cervatillo recién nacido, con tics y manierismos de alguien, no algo, que descubre lo que es estar vivo.

      El tercer capítulo de Frankenstein es su despertar, y aunque es familiar para quien conoce la historia de Shelley, la visión de Elordi sobre la criatura y la crueldad macabra infligida a este ser atormentado lo sostienen y arrastran tu empatía hacia un final emotivo.

      Esto es, esencialmente, un mano a mano entre Elordi y el formidable Isaac, pero Mia Goth es integral para la película como la única persona que puede ver al monstruo y al creador por lo que realmente son. Es otro de esos papeles de "nació para interpretarlo" para la actriz, cuya extrañeza intrínseca se siente tan en su sitio en el arenero de del Toro. Sus escenas de La Bella y la Bestia con Elordi chispean con ese tipo de química inocente que Frankenstein desearía explotar, mientras que sus rechazos a los avances de Víctor solo sirven para acentuar lo frágil que es su ego.

      Como los miembros recogidos en un campo de batalla helado, puedes tener todos los componentes adecuados para hacer una gran película, pero a menos que la persona que los ensamble pueda proporcionar esa descarga de vida, todo puede desmoronarse en un grotesco y carnoso desastre. Por suerte, este es un proyecto llevado con pasión por del Toro, y Frankenstein es tan suntuosa y depurada como podrías esperar.

      Desde las primeras tomas de un tocado rojo ondeando contra el gris telón de fondo de una escalera, hasta los impresionantes féretros funerarios de los padres de Víctor, cada céntimo de tu cuota de suscripción a Netflix se ve bellamente plasmado en pantalla por un maestro artesano. El diseño de producción y el vestuario son exactamente lo que esperarías de del Toro, al igual que el horror. No hay tácticas de choque ni momentos repugnantes; todo está diseñado con un peso emocional. Los cadáveres de Víctor están dispuestos con una dolorosa tristeza, y cuando son reanimados de forma intermitente, el efecto no es de repulsión, sino de piedad.

      Otro elemento vital para dar vida a esta deslumbrante creación es la partitura de Alexandre Desplat, que oscila de lo frágil a lo grandilocuente con una serie de temas inmediatamente memorables.

      En el corazón de la historia permanecen los debates ancestrales sobre Dioses y Monstruos, naturaleza versus crianza, y si el mal nace o se hace. Quizás sean ahora más relevantes que nunca en un mundo en el que la empatía escasea, o se cuestiona su propia existencia.

      El Frankenstein de Guillermo del Toro muestra al autor operando en su más alto nivel, sacando una interpretación reveladora de Jacob Elordi y resucitando un relato de 200 años al coserlo como un tomo gótico y melancólico sobre el amor y la soledad.

      Valoración de Flickering Myth – Film ★ ★ ★ ★ / Movie ★ ★ ★ ★ ★

      Matt Rodgers – Sígueme en Twitter