
Crítica de la Berlinale: Girls on Wire es un regreso pulido pero decepcionante de Vivian Qu
Con solo dos películas en su haber (además de coproducir Black Coal, Thin Ice, ganadora del Oso de Oro), Vivian Qu se ha convertido en una de las cineastas chinas más destacadas. Su esperada continuación de la excelente Angels Wear White (estrenada en la competición de Venecia en 2017) vuelve a arrojar luz sobre la difícil situación de las mujeres jóvenes en la sociedad china contemporánea y la reúne con gran parte del mismo reparto y equipo. Con un presupuesto notablemente mayor a su disposición, Girl on Wire es la película más pulida pero menos impactante que ha hecho hasta ahora; aunque es probable que atraiga a un público más amplio, los verdaderos fans se sentirán decepcionados.
Contada en líneas temporales entrelazadas, la historia se centra en la veinteañera Tian Tian (Liu Haocun) y su prima Fang Si (Wen Qi). Las dos crecieron como hermanas, aunque su relación está plagada de tensiones familiares que acabaron por separarlas. Tian Tian, atrapada en su pueblo natal rural y en el círculo vicioso de deudas y drogadicción heredado de su padre, es ahora una madre soltera que cae presa de una banda criminal; Fang Di se fue a Pekín para seguir una carrera de actriz, pero tiene que conformarse con el agotador trabajo de doble de acción. Cuando Tian Tian consigue escapar de su cautiverio y viaja a Pekín para encontrar a la única persona en la que confía, ambas chicas deben enfrentarse a su complicada historia y averiguar hacia dónde dirigirse a partir de ahí. Qu es una guionista dotada que sobresale en el uso de elementos de género como bloques de construcción para contar historias con relevancia social. Su ópera prima, Trap Street, es una apasionante historia de paranoia que aborda la omnipotencia del Estado chino. Angels Wear White, por su parte, está concebida como un misterio e investiga la complicidad de la sociedad en la violencia contra las mujeres. Con esta última, se nota la misma intención y ambición: Qu se inclina cada vez más hacia el cine de género, incorporando la acción, el cine negro y las artes marciales para animar la narración, mientras que la temática se centra en la explotación de las mujeres jóvenes en todos los ámbitos de la vida.
Aquí, el guión final necesita claramente más trabajo. En la descripción de la disfuncional familia que comparten las heroínas, Qu recurre a los tropos de personajes más fáciles con el padre de Tian Tian, drogadicto y agobiado por las deudas, y su hermana (la madre de Fang Di), apologética y de mente débil. Sus interacciones tóxicas, aunque sin duda trágicas, resultan muy trilladas. Lo mismo puede decirse de la evolución de Tian Tian, cuyo paso de niña asustadiza a adolescente amargada y rebelde que un día se encuentra enganchada a las agujas con una hija a la que alimentar suscita escasa sorpresa. Los tres villanos que la persiguen hasta Pekín son poco más que caricaturas unidimensionales, sus objetivos nunca están del todo claros y sus métodos no son especialmente amenazadores. Sin una historia convincente que transmita lo que está en juego, la película se esfuerza por inspirar alguna respuesta emocional cuando las protagonistas deciden finalmente seguir su propio camino. En particular, el tema del vuelo aparece en todo momento, desde la obsesión de Tian Tian por los pájaros hasta los aparentemente heroicos, aunque en realidad dolorosos, vuelos de Fang Di por el aire atada a un cable. Pero, aunque la metáfora del deseo de las chicas de liberarse no podría transmitirse con mayor claridad, la ejecución es más bien pesada, culminando en un plano final que se agita en lugar de elevarse.
La formidable destreza de Qu como director sigue mostrándose en los pasajes. La secuencia inicial sigue la huida desesperada de Tian Tian y evoca un pavor desgarrador con la ayuda de un trabajo de cámara y una música estremecedores. Y ver a Fang Di trabajando, dejándose caer en agua helada una y otra vez para conseguir la toma perfecta, expresa una fría denuncia de la inhumanidad sin decir nada. Lamentablemente, la película no consigue mantener la tensión. A pesar de su ritmo ágil, propulsado por flashbacks y saltos en el tiempo, hay una clara falta de impulso que lastra la narración.
En el papel de Tian Tian, Liu es el mejor del reparto. A pesar de que el material, imperfecto, no permite interpretaciones completas con arcos y lazos de carácter, ella da vida a las notas de la personalidad de la chica sin suerte: su voluntad, su bondad y su profunda tristeza.
La correlación inversa entre recursos y calidad cinematográfica no es nada nuevo. Lo vemos a menudo con directores independientes aclamados que fracasan en su primer trabajo en un estudio. Además de las expectativas y los requisitos de los inversores, los cineastas chinos también deben enfrentarse al escrutinio estatal que conlleva un perfil más alto, lo que a menudo conduce a una desinfección o dilución de las historias que se cuentan. Girls on Wire parece el resultado de estos compromisos. Aborda temas oscuros que invitan a la reflexión, pero elimina los bordes afilados. Con Guan Hu y Black Dog vimos que es posible recuperar el ritmo de quienes se han convertido en mainstream. Esperemos que sea lo próximo para la gran Vivian Qu.
Girls on Wire se estrenó en la Berlinale de 2025.
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