
Crítica de Sundance: Twinless dobla a Dylan O'Brien en una comedia imprevisible y oscura
Twinless comienza como una película prototípica de Sundance: triste y seria, con una levedad inesperada. Esa es la fórmula general de un festival que bien podría haber fabricado el término "dramedia" En este caso, hay un accidente de coche fuera de pantalla y un corte rápido a un funeral. Roman (Dylan O'Brien) llora junto a su madre (Lauren Graham) mientras bajan el ataúd que contiene a su hermano gemelo, Rocky. Es un asunto sombrío: lágrimas, pañuelos, una interpretación de "Danny Boy" a cargo de un violinista, hasta que la canción se detiene abruptamente en una nota falsa, provocando un silencio incómodo. Es el primer permiso que se tiene para reír, y luego para reconocer el débil absurdo de una reunión en la que los dolientes se acercan a Roman y berrean por su asombroso parecido con el difunto.
Este tipo de tono triste, extraño y desconcertante conforma los primeros 20 minutos de la comedia negra (¿o drama desenfadado?) de James Sweeney y no pasa mucho tiempo antes de que uno se haga una idea de hacia dónde va esto. Poco después de su muerte, Roman regresa a Portland y asiste a un grupo de duelo (dirigido por una aspirante a cómica interpretada por Tasha Smith) para hermanos que acaban de quedarse sin gemelos. Allí es donde conoce a Dennis (Sweeney), un diseñador gráfico gay que facilita la conversación y permite a Roman abrirse sobre Rocky, su hermano más culto, viajado y extrovertido. Juntos compran alimentos, visitan Seattle para asistir a partidos de hockey y descubren cómo sus gemelos solían estar tan unidos y luego se distanciaron tanto.
Los dos son todo contrastes: Roman tiene un exterior rudo que esconde una personalidad sensible, aunque emocionalmente agresiva; Dennis es frágil, reservado, pedante y demasiado misterioso. "No puedo hacer amigos con un tenedor", dice Roman. "Odio hacer las cosas solo", le dice Dennis más tarde. Es el comienzo de un extraño romance. Pero entonces Sweeney inserta una carta de presentación tardía, que convierte Twinless en algo más oscuro, profundo, vulnerable y conmovedor, sin sacrificar todos los sentimientos encantadores y cálidos que tanto se esforzó por captar en su prólogo. No es justo explicar el desarrollo posterior de la trama, salvo decir que Dennis podría no ser un encuentro tan aleatorio y que hay algo más en Rocky que los recuerdos que Roman tiene de él.
Una película como ésta tiene tendencia a sugerir tres diferentes, todas compitiendo entre sí. Su comienzo seguro de sí mismo podría dar paso a un thriller psicológico que cambia bruscamente a un drama de relaciones poco práctico: fricciones potenciales, engranajes torpes. Pero Sweeney -que, además de actuar y dirigir, escribió el guión- no tiene problemas con la lubricación, superponiendo unos géneros a otros de forma plausible y cohesiva. Sabe muy bien cómo desplegar humor y dolor en el mismo espacio, especialmente a medida que la historia se va desvelando y la importancia de lo que está en juego se va infiltrando en la percepción de sus personajes.
Por otra parte, la gimnasia tonal sólo funciona con un actor lo suficientemente flexible como para llevarla a cabo. A lo largo de su joven carrera, O'Brien no ha tenido el tipo de espacio multidimensional para moverse como lo hace aquí. Empieza como el típico deportista cabeza hueca (con un corte de pelo de poco esfuerzo), pero va revelando más cosas: es un hermano de corazón abierto, un adicto a la rabia reprimido y un alma depresiva y sensible que busca a su mejor amigo perdido. Eso sin contar con que se mete en la piel de Rocky en algunas secuencias retrospectivas, con un bigote espeso y voz afeminada, en las que camina un poco más alto, más sabio y, a veces, más malvado.
O'Brien tiene que representar con eficacia a alguien partido por la mitad, incapaz de volver a pegarse, pero sólo comprendido por otra alma errante a la que le falta su propia mitad. Por muy buenos que sean él y Sweeney juntos (y por muy buena que sea Aisling Franciosi como la inesperadamente perspicaz y dulce novia de Roman), el actor, guionista y director no confía en sus personajes para transmitir todo sobre su existencia bifurcada. Es consciente de su bloqueo y se divierte con la bolsa de trucos del director de fotografía Greg Cotten, utilizando espejos, bordes y superficies reflectantes como herramientas visuales claustrofóbicas e inquietantes. En un momento dado, Sweeney pone en escena una secuencia de una fiesta a pantalla partida que parecería pretenciosa si no fuera por la forma en que se funde en un devastador plano aislado.
Las técnicas formales ayudan a Sweeney a subrayar los enfoques divisivos y engañosos a la hora de procesar el dolor y cómo las personas aún pueden encontrar lo suficiente de sí mismas en los demás para practicar el perdón, para hacer que otra persona esté completa cuando más lo necesita. O'Brien se enfrenta a ese latigazo emocional en una memorable escena en una habitación de hotel. Roman se sienta frente a Dennis y finge que su amigo es Rocky, descargando una letanía de quejas sobre su relación antes de desembocar en un torrente de rabia autocrítica y tristeza. "No sé cómo estar aquí sin ti", solloza. La sensible película de Sweeney ofrece a cambio algunas preguntas reconfortantes. ¿Se supone que alguna vez lo hará? ¿Y no está bien? Twinless se estrenó en el Festival de Sundance de 2025. Calificación: B+
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